A horas del debate en el Senado sobre el proyecto para legalizar el aborto, la Iglesia pronunció un fuerte mensaje para reforzar públicamente la «defensa de las dos vidas».
«Elevamos nuestra oración para que los miembros del Senado de la Nación no interrumpan honorable y laudable tradición de legislar para el bien común, con leyes que abran la esperanza de nuestro pueblo, a favor de la cultura de la vida, protegiendo a los más débiles e indefensos», dijo el cardenal Mario Poli en el santuario de San Cayetano, donde miles de fieles se congregan hoy para pedir y/o agradecer por trabajo.
«Quién sabe si entre ellos pueda nacer un varón o una mujer con los dones y talentos para llevar a nuestro pueblo por el camino del progreso, la paz y la justicia», señaló el cardenal.
En el mismo sentido, unos minutos antes, Poli había señalado: «No juzgamos a nadie y menos a las madres que por motivos que solo ellas y Dios saben, a veces bajo presión, en situaciones angustiantes, solas y padeciendo la incomprensión de su entorno, optan por el aborto, que siempre será un drama; lejos de ser una solución, después empieza un camino difícil de recorrer en la vida».
El cardenal también aprovechó para vincular al propio San Cayetano con los embarazos en las mujeres jóvenes: «Le pedimos a San Cayetano que una vez más nos dé una mano. Que la defensa de la vida por nacer se concrete en gestos, como él lo hizo en su tiempo, ayudando a las parejas de jóvenes con su dinero, con préstamos para que pudiesen construir sus casas».
Y añadió: «Que aprendamos como él a multiplicar los esfuerzos para que las jóvenes mamás embarazadas y solas encuentren un espacio donde puedan compartir sus temores y sientan el abrazo y la ternura de mujeres que tuvieron la alegría de concebir, a pesar de todo».
De inmediato, el referente de la Iglesia católica envió un mensaje a todas las fuerzas políticas, en especial al oficialismo: «Que este debate no oculte el verdadero problema del país, que son los pobres, que hoy suman la tercera parte de la población y siguen esperando, paradójicamente, en la tierra bendita del pan y del trabajo, donde hay comida para todos».
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