“Comemos sin mirarnos y sin tener un intercambio profundo en esa situación”

Ianina Tuñón, investigadora del Observatorio de la UCA, remarcó también la importancia de que los niños participen del proceso de compra, elección y cocción de alimentos, al ser entrevistada por Radio UNO de Chascomús.

Los hábitos vinculados a la alimentación han sido objeto de una investigación del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, particularmente las prácticas de los niños en el encuentro familiar del almuerzo o de la cena. Ianina Tuñón, investigadora de dicho organismo, fue entrevistada en Radio UNO 102.1, brindando detalles sobre las conclusiones alcanzadas en el trabajo de campo.
Tuñón explicó en primer término sobre el estudio realizado bajo el lema ‘Infancia y comensalidad’ que “es una problemática bastante compleja, tiene que ver con el desarrollo físico y cognitivo de los niños, y no solo tiene que ver con la calidad de los alimentos que consumen sino también con los hábitos, con la forma en que consumimos esos alimentos”, indicando a su vez que “este informe busca plantear que no solo es importante qué comemos sino también cómo lo comemos”.
La investigadora del Observatorio de la UCA explicó también en cuanto al los ejes del trabajo realizado que “un concepto que se introduce es el de la comensalidad, el de comer con otros y hacer de ese acto de consumo de los alimentos un espacio de intercambio en el que podamos promover modelos de rol”, remarcando al respecto la importancia de “que los adultos puedan tener buenas prácticas que formen, que eduquen y que socialicen”. Comentó también en cuanto a esto que “la gran mayoría de los chicos pueden realizar una comensalidad en familia, y la cena es uno de los principales encuentros”, considerando en ese sentido sobre la situación actual que “esto nos habla de una oportunidad”.
En cuanto a las problemáticas detectadas en el abordaje de esta temática, Tuñón resaltó que “encontramos algunos problemas como la fuerte presencia de tecnología, la gran mayoría de los chicos come con su familia en el horario de la cena pero lo hace frente a una pantalla de televisión y a otras tantas pantallas que se despliegan en la mesa familiar”, añadiendo sobre este aspecto que “esto los especialistas lo plantean como un obstáculo porque evita el intercambio y la propagación de estos modelos de rol, todos comemos sin mirarnos y sin tener un intercambio profundo en esa situación”.
No fue esta la única adversidad a sortear, dado que la propia investigadora detalló que “también observamos que hay chicos que no participan de los procesos de consumos y preparación de los alimentos, de la elección de los alimentos ni de la preparación de los alimentos, y esto es algo deseable, el hecho de que el niño se comprometa con esos procesos”, subrayando el hecho de que cada niño “participe de la compra de los alimentos, que participe de la elección, de la cocción, esto es virtuoso en término de que los chicos tengan un contacto con esos alimentos que van a consumir en distintos momentos del día, y esa práctica es poco habitual”. En un mismo sentido, la profesional señaló que “incluso haciendo las compras el niño al ir a la verdulería va a reconocer que hay frutas y verduras de estación, que en algunos momentos del año tenemos acceso a diferentes frutas y verduras, que podemos consumirlas crudas o con cierta cocción”, afirmando que “todas estas cuestiones son prácticas que son muy importantes en la formación para que los chicos empiecen a tomar decisiones más autónomas pero también más saludables”.
Otro aspecto que destacó de la investigación la referente del Observatorio de la UCA fue el hecho de que “hoy una práctica muy común que habla de la autonomía pero no vinculada a prácticas saludables es el ‘picoteo’, la gran mayoría de los chicos picotea pero no es saludable en términos de la elección de colaciones saludables sino que se trata de una práctica saludable”.
Ausencia de Kioscos saludables
Uno de los paradigmas surgidos en la última década pero sin demasiado eco fue la alternativa de los Kioscos Saludables, los cuáles no proliferaron con demasiado éxito, según la propia conclusión de Tuñón: “los kioscos saludables fue una iniciativa muy interesante, pero lo cierto es que todavía no se cumple en todos los ámbitos escolares, más allá de las características de las escuelas o de los entornos socioeconómicos no se está cumpliendo con esa ley”, indicó. A su vez, destacó la coordinadora de la investigación que “los consumos principales que tienen los chicos en los recreos son alimentos de alto valor calórico, básicamente alfajores, galletitas, y las frutas está a lo lejos, no llegamos ni a uno de cada diez niños que consuman frutas en los recreos”.
En relación a las aristas para actuar sobre este aspecto específico, indicó que “tenemos varias corresponsabilidades, pero sin dudas los principales responsables de estos procesos las propias familias reconocen que son las familias y las escuelas”, resaltando en cambio que a modo de alternativa “creo que hay muchas prácticas para poder desarrollar, sin duda una parte importante de los chicos llevan las colaciones para los recreos desde su propia casa, y quizás muchas veces pensamos que es más sencillo darles un alfajor o una fruta, pero tal vez es tan sencillo como darles unas uvas, una manzana o una banana”, remarcando que “en los kioscos escolares aún no se cumple la ley”.
La tecnología invasiva
Tuñón volvió a retomar el tema de la tecnología como factor no favorable para el intercambio durante la comensalidad, explicando que “se observa claramente que la televisión está presente casi en el 100% de los hogares, y no parece ser esa una práctica que los argentinos estemos dispuestos a declinar, hay varios estudios que indican que es una práctica muy instalada difícil de modificar”, al tiempo que también sostuvo que “se suman otras pantallas como las de los celulares sobre todo en los adolescentes, y esto atraviesa a todas las infancias porque en ese aspecto no hay diferencias entre los niños ricos y los niños pobres”, destacando a su vez que en esta circunstancia “tenemos un conjunto de distractores que claramente van en contra de procesos de socialización favorables para la comunicación intrafamiliar, y también para introducir prácticas positivas en el mundo de los consumos alimentarios”.
Por último, Tuñón volvió a destacar que la cena “es una de las oportunidades en la que los niños tienen la posibilidad de ser receptores de la cultura en la que viven en un sentido integral, de cuáles son las formas en que distintas generaciones han sido socializados en este acto de la comensalidad”, considerando en cuanto a esto que “en muchos aspectos estamos observando poco a las infancias, creo que son una de las poblaciones más vulnerables de la Argentina y más olvidadas por parte del mundo adulto”.

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