Los que se van. Los que quedan. Y los criterios para definir cada caso.
El gobernador Axel Kicillof ya le pidió a sus ministros electos en diferentes cargos el domingo pasado que no dejen sus posiciones en el Ejecutivo hasta el 10 de diciembre, cuando reasuma en su cargo. Mientras, piensa en algunos recambios de nombres y le da las últimas puntadas a una estructura de gabinete que mantiene en reserva pero que tiene como ejes la eliminación definitiva de la jefatura de Gabinete impactada por el “yategate” de Martín Insaurralde y el gesto de austeridad de no sumar nuevos ministerios.
Kicillof, a diferencia de Massa, ya tiene la certeza de cual será su futuro político en los próximos cuatro años. Pero mientras milita la elección del ministro de Economía como presidente de la Nación avanza con un armado de gabinete que será provisional al menos hasta el 19 de noviembre: no es lo mismo un gabinete provincial con un gobierno nacional aliado, del mismo signo político, que uno preparado para resistir lo que sería un gobierno de Javier Milei, con Mauricio Macri de aliado, seguramente hostil al de Kicillof.
Hay, además, otro factor que influirá –o muy probablemente podría hacerlo- en la estructura de gobierno y que todavía es una incógnita. El gobernador aún no se sentó a negociar con Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora, reelecto como diputado nacional por la provincia, cuáles serán los términos de su convivencia política de ahora en más. En 2019 –y, después, en 2021- Máximo influyó para que haya salidas y entradas del Ejecutivo. “Pero esos pactos prescribieron”, dicen cerca del Gobernador.
Pero mientras esas definiciones llegan, el Gobernador reelecto ya tomó algunas decisiones. La primera fue honrar el anuncio que formuló cuando se conoció el yategate, que tuvo como protagonista a su entonces jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, al que despidió del gobierno. Kicillof no volverá a armar una Jefatura, cargo que será eliminado del proyecto de ley de Gabinete que enviará a la Legislatura, que tampoco contendrá la creación de nuevos ministerios.
Eso abre una primera incógnita: cuál será el destino de Carlos Bianco, hoy jefe de Asesores, que es el hombre de mayor cercanía y confianza política del gobernador. Su mano derecha. Bianco, cuando Insaurralde fue impuesto en el gabinete por Cristina Fernández y Máximo Kirchner, se corrió de la jefatura (antes había esquivado una candidatura que Kicillof rechazaba) pero en los hechos fue un jefe de Gabinete paralelo. Casi el que ejerció el cargo, aunque en la formalidad fuese Insaurralde el titular. Esa relevancia será mantenida.
El grupo Insaurralde, que llegó con varios funcionarios en 2021 a ejercer lo que se suponía una virtual intervención del gobierno, será desarticulado. Uno de ellos es Leonardo Nardini, el ministro de Obras Públicas que fue reelecto en Malvinas Argentinas, asumirá en su cargo. En un cargo clave, suyo reemplazo estará signado por dos factores. Si gana Milei el ballotage podría ser para Gabriel Katopodis, que hoy ocupa el cargo homólogo a nivel nacional. Katopodis tiene un viejo proyecto para gobernar la Provincia y este cargo podría ser una gran plataforma.
En paralelo, existe el criterio de que ese cargo sea para un intendente. Y aunque no dan nombres, afirman que el “Grupo Ensenada”, que empujó desde el principio la reelección de Kicillof, aun contra los planes de una parte del kirchnerismo, “cobrará fuerte”. Allí revistan pesos pesados como los alcaldes de Avellaneda, Jorge Ferraresi; de Malvinas Argentinas, Mario Ishi, de La Matanza, Fernando Espinoza y el anfitrión, Mario Secco. En el gobierno recuerdan que Obras Públicas tiene sub áreas muy importantes, como Vialidad o Hidráulica.
No son menciones ociosas: en Vialidad está Hernán Y Zurieta, un alineado con Insaurralde que dejó la intendencia de Punta Indio y no fue por la reelección, aunque dejó a un delegado suyo, David Angueira. Deberá contentarse con ese control delegado: Kicillof no está conforme con él y lo reemplazará. También significa que no será ministro Gastón Ghione, el subsecretario de Energía, que algunos mencionaban para ministro pero seguirá donde está. También quiere decir que los alcaldes tienen más de un lugar para colocar a uno de los suyos o a un delegado.
Del lote de lo que ingresaron con Insaurralde otro caso llamativo es Omar Galdurralde, el presidente del Instituto Provincial de Lotería y Casinos, área clave para el lomense. En principio saldría del cargo. Hasta tiene la excusa: fue electo concejal. Ese puesto, de todos modos, está sujeto a la conversación pendiente entre Áxel y Máximo. Otro, que no tiene nada que ver con Insaurralde, pero quizá deba esperar la “paritaria” entre el gobernador y el diputado es Andrés “El Cuervo” Larroque. Llegó a Desarrollo Humano porque ese era un ministerio para La Cámpora y él era miembro de la mesa directiva. Después, se peleó con Máximo, armó su propia agrupación –“La Patria es el Otro”- y hoy es un aliado estrecho del gobernador, que lo aprecia mucho. El problema es qué criterio se aplica si Kirchner reclama el ministerio en virtud de aquel pacto inicial. Renegociar es lo mínimo, en atención a aquella idea del kicillofismo empoderado de que los arreglos previos caducaron.
Hay una categoría especial de funcionarios y funcionarias: aquellos que tienen en sus manos su continuidad. Una es la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, al principio percibida –junto a Insaurralde y Nardini- como integrante de lo más duro del trío interventor. A diferencia de los otros dos, se mantuvo bajo las órdenes del gobernador, que considera que hizo un gran trabajo en el armado electoral. Otra es la ministra de Ambiente, Daniela Vilar. Pareja de Federico Otermín, esa cercanía que es por transición cercanía a Insaurralde hacía que varios apostaran por su salida. Pero Kicillof cree que en realidad responde a Cristina Kirchner y podrá seguir. Walter Correa, que también entró pos derrota 2021, fue electo concejal. Pero Kicillof valora mucho la articulación electoral que hizo con los gremios, tanto con la CGT como con la CTA, que se vieron en el acto de Arsenal y en el de Ensenada. El gobernador quiere que siga, porque además ideológicamente se ufana de tener un gremialista en Trabajo, Cerca del ministro dicen que es lo más probable. Finalmente, Florencia Saintout, la titular del Instituto Cultural, es otra de las que tiene el destino en sus manos. Electa senadora provincial, Kicillof quiere que se quede en su puesto actual, de mucha mayor visibilidad. En la evaluación también entra el empeño que puso en trabajar la candidatura de Julio Alak a intendente de La Plata, un cargo por el que ella había competido sin éxito previamente.
Alak mismo es un caso especial. La senadora Teresa García, experta en seguimiento electoral que mantiene informado a Kicillof de esas cuestiones, está convencida de que ganó en La Plata. Pero Julio Garro, el alcalde de PRO, cree lo mismo. Si se confirma la presunción de que el actual ministro de Justicia vuelve a ser el alcalde de la capital provincial, se abrirá una sucesión interesante. Muchos recuerdan que Juan Martín Mena, el actual dos de Nación, fue la primera opción para el cargo, en 2019. Este puesto también está influenciado por lo que pase con Massa: si no gana, el perfil será especial: “alguien con más contactos en Comodoro Py que en la justicia provincial”, sintetizan cerca de Kicillof. La razón es obvia: un gobierno de Javier Milei con Mauricio Macri como hombre fuerte en no tan segundo plano activará recursos judiciales contra el kirchnerismo abroquelado en PBA.
Nicolás Kreplak, de Salud, es número puesto para seguir. Aunque existe un temor: que Máximo le pida a Massa que asuma en Nación. Si ocurre, cosa que Kicillof detestaría, el reemplazo saldría de su equipo, así como él reemplazó, en plena pandemia, a Daniel Gollán.
Respecto del massismo en el gobierno provincia, prima un criterio: tendrá no menos de lo que tiene ahora. Es decir, si Massa es presidente y, por caso, el ministro de Transporte Jorge D´ Onofrio, decime migrar a Nación, su puesto será ocupado por otro renovador. Lo mismo con el titular de AUBASA, Ricardo Lissalde, que además fue electo el domingo.
Sergio Berni es, como suele ocurrir, una categoría aparte. Antes de las elecciones decía internamente –y a veces no tanto- que si resultaba electo senador se iba. Lo consiguió, pero su pareja, Agustina Propato, no logró quedarse con la intendencia de Zárate, que pasó a manos de Marcelo Matzkin, de JxC. Eso puede haber trastocado sus planes. Además, su gusto por la ejecutividad y la alta exposición sugieren una continuidad en el cargo. Hay otro argumento, de larga data: la dificultad de encontrarle reemplazante.
Los que seguirán siempre que una derrota de Massa no altere planes serán el ministro de Economía, Pablo López; el de Producción, Augusto Costa, la de Comunicaciones, Jésica Rey y el de Educación, Alberto Sileoni. Y, por supuesto, Javier Rodríguez, de Desarrollo Agropecuario, el hombre que le ayudó a transitar la peor sequía de la historia reciente del país sin conflictos con el sector agropecuario. (DIB) AL