Existe la posibilidad de que una persona haya contraído COVID-19 y simplemente no se haya enterado, ya que justamente no siempre aparecen los síntomas. Pero, ¿qué señales pueden ayudar a develarlo y por cuánto se pueden prolongar? Esto es lo que sabemos hasta ahora
Si bien el COVID-19 lleva más de un año propagándose por el mundo y cobrando millones de vidas, aún hay muchos aspectos que no conocemos del todo sobre este nuevo coronavirus, incluidos los efectos a largo plazo en nuestro cuerpo y todos los síntomas que pueden persistir. Es un virus engañoso y nuevo en muchos sentidos.
Pero una investigación publicada el 19 de febrero en la revista médica JAMA Network Open arroja algo de luz sobre este enigma que se ha denominado “covid largo”, “covid prolongado”, “síndrome pos-covid” o “síndrome pos-covid agudo”. De manera simple, las personas contagiadas de COVID-19 pueden sufrir síntomas o efectos a largo plazo. Sin importar la gravedad de la enfermedad que atravesaron cuando se contagiaron. “En algunas personas, algunos síntomas pueden persistir o volver a aparecer por semanas o meses luego de la recuperación inicial. Esto también puede ocurrirle a personas con una enfermedad leve”, indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un documento publicado en septiembre de 2020. Además, la OMS detalló que la persistencia de los síntomas puede ocurrir independientemente de si se ha necesitado o no atención hospitalaria.
Entonces, ¿qué señales o síntomas indican que ya tuviste COVID-19 y por cuánto se pueden prolongar? Esto es lo que sabemos hasta ahora.
Fatiga y dificultad para dormir
La fatiga es uno de los síntomas más comunes de la infección por COVID-19 y también uno de los que más perdura, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Una investigación publicada el 19 de febrero en la revista Jama Network Open encontró que más del 30% de los 177 participantes que siguió por 9 meses reportaron síntomas persistentes. La fatiga fue lo más común, junto a la pérdida del olfato o gusto. Todas las personas que participaron en este estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Washington, tuvieron COVID-19 confirmado por pruebas de laboratorio. El 30% también informó una peor calidad de vida, en comparación con el momento anterior a contraer el nuevo coronavirus. Y el 8% de los participantes indicó que tenía problemas para realizar al menos una actividad cotidiana, como tareas diarias en la casa.
De manera similar, un estudio que siguió a más de 1.700 pacientes de COVID-19 en Wuhan, el epicentro original de la pandemia en China, registró que el 76% sufrió al menos un síntoma meses después de ser dados de alta del hospital. ¿Los más comunes? Fatiga y dificultades para dormir, con el 63% y 26%, respectivamente, de los pacientes reportándolos medio años después de su diagnóstico inicial de COVID-19.
“Cuando miramos a los síntomas a largo plazo las grandes cosas que vemos son fatiga, letargo y trastornos del sueño. Y eso representa probablemente más de la mitad de lo que vemos”, señaló en diálogo con la CNN el doctor Christian Sandrock, profesor de medicina en cuidados intensivos pulmonares y enfermedades infecciosas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Califonia en Davis, California. También advirtió que muchos pacientes experimentan múltiples síntomas, y que estos pueden ser intermitentes.
Confusión o niebla mental
Los pacientes que sufren de efectos a largo plazo del COVID-19 enfrentan, en gran medida, una condición que se conoce como confusión o “niebla” mental. Este fenómenos se está percibiendo de manera global. Así, por ejemplo, Caroline Gurvich, subdirectora del Centro de Investigación de Psiquiatría Monash Alfred en Melbourne, ha confirmado su existencia. “Es algo real, aunque no se reconoce formalmente como una condición médica o psicológica. Intentamos definirlo como un concepto de las personas comunes utilizado para describir disminuciones sutiles en la atención, concentración, memoria y toma de decisiones: una confusión mental o falta de claridad”.
En la misma línea, la doctora Allison Navis, profesora asistente en la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Mount Sinai en Nueva York, señaló a la CNN que la confusión mental “es un síntoma, no un diagnóstico. Y significa muchas cosas distintas para diferentes personas. Con frecuencia es una combinación de problemas de memoria a corto plazo, concentración o dificultad para expresarse”.
Y hay otro asunto relevante, según Navis. Esta confusión mental no parece tener una relación clara con la gravedad de la infección por COVID-19, la edad u otros factores de riesgo. Según explicó, los médicos han observado estos síntomas en pacientes jóvenes -tanto niños como adolescentes-, que tuvieron un COVID-19 leve y eran sanos.
Dificultad para respirar, tos y pérdida del olfato o gusto
Estos síntomas también son unos de los más indicativos de una infección de COVID-19 y suelen persistir en los pacientes, tiempo después del diagnóstico inicial. En el estudio publicado en JAMA Network Open, la dificultad para respirar fue uno de los más comunes. Mientras que la tos y la pérdida del olfato o gusto aparecen en lo alto de las listas de la OMS y los CDC sobre los síntomas que pueden persistir.
“Nuestro análisis indica que la mayoría de los pacientes continúan viviendo con al menos algunos de los efectos del virus después de salir del hospital. Por lo que destaca la necesidad de atención después del alta, en especial para aquellos que experimentan infecciones graves. Nuestro trabajo también subraya la importancia de realizar estudios de seguimiento más prolongados en poblaciones más grandes”, dice el comunicado del estudio que siguió a 1.700 pacientes de COVID-19 en Wuhan.
Señales en la piel
Un análisis del Hospital General de Massachusetts, publicado en octubre de 2020, encontró que algunas personas contagiadas de COVID-19 tuvieron síntomas relacionados con la piel tiempo después de su infección inicial. Esas señales en la piel se podían extender por hasta 60 días o más.
El equipo evaluó casi 1.000 casos de pacientes con diversas manifestaciones de COVID-19 en la piel, como erupciones de urticaria, papuloescamosas e inflamación de manos y pies. La persistencia de estas condiciones se extendió desde los 12 hasta los 130 días, dependiendo del caso. “Nuestros hallazgos revelan un subconjunto no reportado previamente de pacientes con síntomas cutáneos de larga duración por COVID-19, en particular aquellos con ‘pies de covid’”, dijo el hospital en un comunicado. Y añadieron: “La piel es una ventana visible potencial a la inflamación que podría estar ocurriendo en el cuerpo”.
En abril 2020, un estudio publicado en el British Journal of Dermatology por investigadores españoles describió las lesiones en la piel de 375 pacientes con COVID-19. La más frecuente en la serie estudiada, con el 47% de los casos, fue el de unas ronchas de forma y extensión muy variables, algunas parecidas a las que salen cuando nos pican los mosquitos o las pulgas, otras como múltiples manchitas rojas diseminadas, según el prestigioso médico oncólogo Elmer Huerta.
Efectos psicológicos duraderos
El estudio que siguió a 1.700 pacientes de COVID-19 en China por seis meses también encontró que el virus podría tener complicaciones psicológicas duraderas, con ansiedad o depresión en el 23% de los participantes. En ese sentido, los hallazgos de esta investigación sobre fatiga, dificultades para dormir y ansiedad o depresión encajan con estudios anteriores sobre pacientes que tenían un coronavirus relacionado que causó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003 y 2004, según los investigadores chinos. Además, la depresión fue uno de los síntomas a largo plazo que registraron los CDC sobre el COVID-19.
Otros síntomas que pueden persistir tras tener COVID-19
Como el COVID-19 aún representa un enigma para la ciencia, hay síntomas a largo plazo sobre los que no se ha indagado en profundidad como los ya mencionados. Según la OMS, los CDC y la Clínica Mayo a la lista se suman:
– Dolores de cabeza y cuerpo
– Dolor en las articulaciones
– Diarrea, náuseas
– Dolor de pecho o abdominal
– Latidos rápidos o fuertes del corazón
– Erupciones o pérdida del cabello
Problemas a largo plazo a los que debes prestar atención
Los CDC señalan que las “complicaciones más graves a largo plazo parecen ser menos comunes, pero se han notificado algunos casos”. Justamente porque el COVID-19 no solo afecta los pulmones, sino que apunta a varios órganos del cuerpo. Estas son las condiciones que enumeran los CDC:
– Cardiovasculares: inflamación del músculo cardiaco
– Respiratorias: anomalías en la función pulmonar
– Renales: lesión renal aguda
– Dermatológicas: sarpullido, pérdida de cabello
– Psiquiátricas: depresión, ansiedad, cambios de humor
– Neurológicas: gusto, olfato, problemas para dormir, concentrarse y memoria
Sin embargo, la agencia señaló que aún “se desconoce lo que implican estos efectos en el largo plazo” y se necesita mayor investigación. “Hay estudios en curso que durarán varios años para investigar en mayor profundidad”, indicó. Un punto en el que también insistió la OMS, ya que explicó que se conoce “muy poco sobre la evolución en el tiempo de las personas afectadas por el COVID-19”.
A las condiciones a largo plazo que puede causar el COVID-19 en los órganos, la Clínica Mayo suma efectos en el cerebro como “accidentes cardiovasculares, convulsiones, y el síndrome de Guillain-Barré, una afección que causa parálisis temporaria”. Además, señaló la institución, el COVID-19 puede aumentar “el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson y la de Alzheimer”. Así mismo, el virus puede llevar a que sea más posible que se formen coágulos en la sangre y generen problemas de los vasos sanguíneos. “Mientras que los coágulos grandes pueden causar ataques al corazón y accidentes cardiovasculares, se piensa que mucho del daño al corazón causado por el COVID-19 viene de coágulos muy pequeños que bloquean los diminutos vasos sanguíneos (capilares) en el músculo del corazón”, explicó la Clínica Mayo. Y añadió que los coágulos pueden afectar otras partes del cuerpo como pulmones, hígado, riñones y piernas.
“Todavía no se sabe mucho sobre cómo el COVID-19 va a afectar a la gente con el tiempo. Pero los investigadores recomiendan que los médicos vigilen de cerca a las personas que han tenido el COVID-19 para ver cómo están funcionando sus órganos después de su recuperación”, concluyeron desde la entidad sin ánimo de lucro.
(Fuente: Infobae)