El Frente de Todos cerró su acto en Rosario con un abrazo entre Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa

Cristina Fernández hizo dos bromas y se emocionó. Alberto Fernández se ocupó de los temas de fondo. Y Sergio Massa entró a escena en el momento justo. Axel Kicillof saludó con los dedos en V y arengó los cantos de tribuna. El economista fue uno de los más ovacionados. Junto a ellos Matías Lammens debutó rodeado de gobernadores y fue el único a quien el precandidato a presidente mencionó por su nombre: «Siempre le digo a Matías que es un porteño muy federal». Debajo hubo muchos dirigentes políticos de peso. Varios intendentes bonaerenses como Martín Insaurralde, Julio Zamora, Mariano Cascallares, Gustavo Menéndez, Gabriel Katopodis, entre otros, sacaron fotos, cantaron y aplaudieron, por momentos eufóricos, entusiasmados con lo que sucedía arriba. Insaurralde fue uno de los más contentos.
En el cierre de campaña se percibió que Cristina Fernández de Kirchner quiere ganar la elección. Alberto Fernández quiere ganar la elección. Y también Sergio Massa que empuja a todos con la necesidad de reforzar la próxima etapa para ganar en primera vuelta. El balotaje puede ser un riesgo en una Argentina polarizada.
Tras ceder y despojarse de enojos que arrastraron desde el 2013, fue recién hoy cuando se los vio relajados y sin tensión entre ellos. Por momentos se los notó divertidos y hubo hasta miradas cómplices entre Fernández y Massa en cada abrazo que se dieron. El ex intendente de Tigre tuvo algún gesto cariñoso con Cristina y terminó cantando Mariposas Tecnicolor, uno de los temas favoritos de los Fernández y además un hit del rosarino Fito Páez a quien casi todos ellos quieren y admiran.
El retraso en el inicio del acto de cierre de campaña del Frente de Todos tuvo una razón: esperar que se ocultara un poco el sol para que el Monumento de la Bandera quedara iluminado y se vieran las imágenes que se proyectarían. Los gobernadores llegaron juntos en una combi, esperaron en una carpa blanca e ingresaron de a uno mientras la locutora los nombraba. Cristina acababa de llegar desde la Capital y se acomodó en otra carpa donde esperó al precandidato a presidente. Charlaron unos minutos a solas y entraron detrás de los gobernadores, juntos, con Fito Paez de fondo.
Como era de esperar fue ella quien arrancó saludando a Rosario como si se tratara de un show y no de un acto político. Dudaba sobre usar un micrófono vincha pero agradeció a Alberto Fernández que le hubiera propuesto usarlo en lugar de uno de mano. Chicaneó a María Eugenia Vidal, sin nombrarla. «Ellos o ellas (estiró el pronombre femenino y lo acentuó) que piensan que los chicos pobres no tienen que llegar a la universidad pública», apuntó. Y reivindicó el acercamiento «con otras fuerzas que estuvimos distanciados o de las que recibimos críticas. Era necesaria la unión de todos». E hizo un mea culpa al advertir que «ningún dirigente político duerme en la calle, ni comen una sola vez al día o salteado». «Los que pasan estas penurias es el pueblo, entonces los dirigentes tienen la obligación moral de ponerle fin a esta situación», continuó. Al final, elogió a Alberto Fernández, el primero que recibió su beso cuando se despidió.