Hoy pasa en Chascomús los fines de semana, lo votó sin conocerlo y lo custodió durante 28 años

Custodio de Alfonsín

En el 2001 Daniel había comprado un terreno a un hermano del ex presidente, Fernando Alfonsín. Con el tiempo se construyó una casa donde ahora pasa casi todos los fines de semana. Esa casa donde busca paz y tranquilidad de viernes a domingo está en Chascomús. Incluso cambió su domicilio y ahora, en cada elección, vota en la ciudad donde nació su jefe.
Suele decirse de los custodios que son la sombra de aquellos a los que cuidan. El sustantivo no le cabe a Daniel Tardivo que durante veintiocho años cuidó a Raúl Alfonsín. Nunca dejó de tratarlo de “usted” aunque lo llamara Raúl o “Doctor” cuando el contexto exigía un protocolo más estricto.
El ex presidente en cambio le dedicaba un cariñoso “Danielito” pero se imponía incluso en cuestiones de seguridad obligando a sus guardaespaldas a adaptarse a sus deseos de hombre político. “Doctor, mejor vayamos por el pasillo lateral”, le aconsejaban en el ingreso a un teatro a lo que el jefe radical respondía que de ninguna manera, que entraba por el pasillo central y saludaba a todo el mundo. Sólo discutían de verdad cuando hablaban de fútbol.
Tardivo acababa de cumplir 23 años cuando lo asignaron a la custodia presidencial. La fecha es emblemática: nació el 30 de octubre y sin saber cuál sería su destino el día de su cumpleaños votó por primera vez y lo hizo por Raúl Alfonsín.
Con el paso del tiempo olvidó algunos detalles pero sí recuerda que era 11 de noviembre cuando siendo oficial ayudante lo convocaron al Hotel Panamericano donde el electo presidente se quedó para preparar su equipo de gobierno. Desde el 10 de diciembre cumplió horario administrativo en la Casa Rosada hasta su primer ascenso y en 1990, ya con Alfonsín fuera del mando, se convirtió en el jefe de su custodia hasta el día en que murió. Así dejó el ritmo de 24 horas de servicio por 48 horas de descanso para acompañar al ex presidente adonde y cuando él lo requiriera durante 28 años consecutivos, la misma edad que hoy tiene su hija mayor.
Tardivo se mudó en aquellos tiempos a Corrientes y Ayacucho, a siete minutos de caminata entre su departamento y el de Alfonsín en la avenida Santa Fe. Siete minutos exactos cronometrados por el reloj que le regaló Alfonsín. Sonríe tímidamente otra vez.
El ex presidente a veces recordaba algunas fechas y otras veces no pero siempre estaba cerca su metódica secretaria, Margarita Ronco, para ocuparse de algún obsequio o salutación.
Excepto por las canas, el ex custodio se parece mucho a aquel joven amable que acompañaba al ex presidente, que atendía a ansiosos periodistas y calmaba ánimos con su sonrisa, el mismo al que ahora en la calle se detienen a saludar históricos militantes y dirigentes de la UCR. Tardivo, que este 30 de octubre cumplió 59 años, no recuerda una Navidad ni un fin de año en su propia casa mientras fue jefe de la custodia de Alfonsín.
Entre 1990 y el 2009 compartió cada fiesta en Chascomús, apartado del ex presidente porque prefería resguardar su intimidad familiar. Antes de medianoche era convocado junto a quienes lo secundaban para brindar con los Alfonsín. El ex presidente le ofrecía que fuera a su casa, con su familia, pero Tardivo se negaba sistemáticamente y respondía que era el jefe, que la responsabilidad de su seguridad era suya.
… Lo que alguna vez me preocupó fue si me tocaba retirarme o decidía retirarme quién lo iba a cuidar. Me daba cosa dejarlo, abandonarlo. Muchas veces lo pensé. Con la confianza que tenía, incluso cuando me pasaron a Custodias Especiales, podría haberle dicho ‘Raúl, se quedan los muchachos’. Pero yo quería hacer las dos cosas. No se me pasó por la cabeza dejarlo…
… Cuando el desenlace era inminente, en el 2009, el ya comisario siguió yendo al quinto piso de la avenida Santa Fe para esperar noticias sobre Alfonsín. Una o dos veces subía a verlo al octavo, su casa. Estaba en la oficina del quinto cuando les avisaron que había muerto. Custodió el féretro con sus hombres desde que ingresó al Congreso de la Nación hasta que fue llevado al mausoleo en el cementerio de la Recoleta. También admite que se paró detrás instintivamente, como hacía siempre.
– ¿Cómo es vivir sin Alfonsín?: Me tuve que acostumbrar… no quedaba otra. Lo acompañaba a todos lados. Después de enterrarlo en el cementerio de la Recoleta mi gente me preguntó qué hacemos… Y… nos vamos sin él, les dije. Una sensación extraña, rara… Después seguí, pasé a otras áreas hasta que me retiré a fines de 2015.
(Fuente: Infobae / Analía Argento – Foto Julieta Ferrario)

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